LA VIDA Y LA MUERTE

LA VIDA Y LA MUERTE

LA VIDA Y LA MUERTE

Fragmento de la novela: Quiero tomar refugio en tu corazón. (Álex de Sande). Para adquirir la obra, en la web: www.alexdesande.com

LA VIDA Y LA MUERTE

El monje encontró el suelo cubierto por un manto de mariposas azules, todas muertas. Quizás la bajada brusca de las temperaturas por el cambio climático las había pillado por sorpresa. Se agachó y cogió una con los dedos e hizo la siguiente reflexión:

—Observad esta delicada mariposa con detenimiento como una metáfora de lo impermanente. Simboliza la transitoriedad de la existencia y la fugacidad del tiempo. No queremos darnos cuenta de que nuestros cuerpos, por muy bellos y maravillosos que son y que fueron, acabarán convertidos en polvo. Todo es efímero, nada es eterno. Somos recuerdos de otros que serán olvidados. Estamos de paso en un presente que se desvanece en instantes y nos creemos inmortales. Esa es la trágica y triste paradoja de la vida.

Abstraídos en un proceso del pensamiento que lleva a la introspección,  la gente se sentó en los cojines.  Y el maestro aseguró:

—El nacimiento va unido a la muerte, porque el origen, el fin y la reencarnación en otra vida forman la rueda cíclica de la existencia. Una experiencia transformadora es acompañar a un moribundo, pues aprendes mucho de ti, porque te das cuenta de que todos lo somos y de que nos estamos muriendo. La primera disyuntiva es pensar si te acercas a un cuerpo que se deteriora o al ser humano que yace en él y que te habla desde el corazón con silencios y miradas elocuentes, a veces para agradecer la compañía ante la soledad y el desamparo de no tener a nadie de quien despedirse. En ese momento final, algunos se dan cuenta con tristeza de que nunca han vivido ni han amado. Por eso, es tan importante despertar a los que yacen en el limbo de la inconsciencia antes de que les invada el sueño perpetuo.

El tema de la finitud del ser provocó que Max se quedara ausente, con la mente perdida en los recuerdos del final de las historias de las dos mujeres a las que tanto había querido. Debía centrarse en la realidad, en su amor presente. Sacó la libreta y, con su pluma de tinta azul invisible, escribió:

«Lucía es la persona que me inspira el amor más profundo de mi vida, un sentimiento que antes nunca había experimentado. Soy consciente de que tenemos una conexión espiritual, pues cuando pienso en ella noto que está pensando en mí, de tal manera que compartimos un espacio mutuo e interior. Es una relación mística en la que hemos creado un lugar mágico y etéreo, un rincón de la mente donde nuestras almas se encuentran a cada instante y ambas se refugian por la noche para soñar los mismos sueños».

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