EL ESPEJO MÁGICO

EL MÁGICO ESPEJO

EL MÁGICO ESPEJO

 

“Y así aquel antiguo y mágico espejo veneciano fue dando tumbos y acabó en un rincón mugriento del vestíbulo del aeropuerto, ignorado por completo, dedicado a observar el ir y venir de los viajeros, el discurrir de la vida y del mundo. Parecía que la imagen de miles de personas había sido capturada por la memoria del espejo. Y aunque estaba algo deteriorado, aún mantenía el refinamiento en las formas del biselado del cristal y de los marcos. Esa circunstancia le hizo pensar en las perversiones y pecados de los herederos, que al igual que en la novela de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray, buscaron al mirarse su imperecedera belleza y encontraron el reflejo desfigurado de su alma.

Nunca olvidaría cuando  trasladó con cuidado el espejo en la furgoneta. La frágil mercancía iba envuelta entre mantas. Necesitó la ayuda de varios amigos para subirlo con el cuidado necesario y les lanzó la siguiente amenaza: «Recordad: quien rompe un espejo, tiene siete años de mala suerte». A algunos les empezaron a temblar las manos y al resto les demudó la cara. Al día siguiente, se informó en una droguería de las técnicas y los compuestos químicos que necesitaba para restaurarlo. Los compró enseguida, pues quería azogar las zonas del cristal que habían perdido el reflejo. Y así combinó el nitrato de plata cristalizado con el agua destilada en una botella de vidrio oscuro para que no le afectara la luz. Cogió un recipiente de porcelana y vertió cien gramos de nitrato amónico. En una cazuela repitió la misma operación siguiendo las proporciones, pero con hidróxido sódico. Y por último, hizo igual con la glucosa. Una vez tuvo los cuatro compuestos por separado, los midió y mezcló de forma ordenada hasta que la solución se oscureció a medida que la agitaba. Aplicó una capa gruesa de la sustancia resultante a las zonas de cristal trasparente y apareció el brillo metálico, pero como estaba deseosa de ver el resultado final, aceleró el proceso con el secador del pelo. No podía esperar más y con un gran esfuerzo lo giró. Al asomarse a él, por arte de magia, vio la cara menuda de una mujer de pelo y ojos castaños que le sonreía radiante desde el interior. Entonces se sintió pequeña como la mítica Alicia, y al mismo tiempo, pletórica y grandiosa. Llena de satisfacción se le iluminaron los ojos y su rostro resplandeció porque había tomado consciencia de que sola, sin ningún hombre al lado, era capaz de hacer cualquier cosa por difícil e imposible que pudiera parecer. Y antes de que viniesen algunos operarios para colgar el espejo en la pared, empuñó el pincel, lo untó en el azogue de plata y escribió en el reverso con letras de luna el fragmento del poema más sugerente de su amado William Blake:

« Para ver el mundo en un grano de arena

y el cielo en una flor silvestre,

abarcar el infinito en la palma de tu mano

y la eternidad en una hora.»

Fragmento de la novela: Quiero tomar refugio en tu corazón.     (Álex de Sande)         www.alexdesande.com

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